Acompañar al final de la Vida
Es muy difícil de explicar una técnica de como acompañar al final de la vida, es una actitud del ser humano al servicio de otro ser humano.
La muerte en nuestra sociedad es un tema tabú. No nos gusta hablar de la muerte. Nos cuesta reconocer que forma parte de nosotros y la vivimos con rabia y/o con una sensación de impotencia. Nunca acabamos de estar preparados, es un cambio en nuestra vida, una pérdida inevitable y definitiva. Es el final de una experiencia personal, familiar y social. Es una condición humana, somos seres limitados que vivimos en el mundo con la condición de ser mortal, es un final inevitable de la vida.
Si aceptásemos con normalidad el hecho de morir aceptaríamos plenamente la vida. Ya que aceptar la vida conlleva que aceptas los límites propios de ella, como la enfermedad, la vejez y la propia muerte.
A veces la muerte se produce de repente, o en el proceso de una enfermedad o simplemente por vejez.
Acompañar en el final de la vida comporta una experiencia enriquecedora para compartir con la persona que se está muriendo. Es una oportunidad para tomar consciencia de la propia finitud. Muchas veces tenemos miedo a esta experiencia porque no sabes que decir ni que hacer y nos olvidamos que una mirada, una acaricia hablan más que la propias palabras.
Acompañar a una persona que se está muriendo si es una persona querida es un privilegio que se habría de vivir con naturalidad. La persona necesita sentirse acompañado, tener gente a su alrededor.
En los últimos momentos de la vida es importante saber que el oído es un sentido que perdura, hemos de tener mucho cuidado con lo que se habla o se dice en la habitación y como se dice. A veces las personas moribundas parecen que estén dormidos o inconscientes pero no es así. Tienen tan poca energía que no tienen fuerzas para dar respuesta a los estímulos del ambiente y en realidad toda la energía la dirigen a los sentidos. Necesitan desconectar del mundo y agradecen el silencio. Valoran la compañía y el estar en silencio.
Hemos de ser capaces de percibir si necesita contacto físico, porque a veces el gesto de cogerles la mano es por necesidad nuestra para afrontar el silencio y la muerte.
Por eso es importante, cuando el paciente está consciente y puede comunicarse, ayudarle a expresar sus emociones, sus miedos y dudas. No hemos de forzar nunca la conversación, si pregunta le contestamos con una pregunta para intentar saber hasta dónde quiere saber, mantenerse en silencio también es comunicar.
María Fernández